Odebrecht, el controvertido gigante brasileño de ingeniería civil, goza de una extraordinaria bonanza en este país durante los últimos seis años: el Estado desembolsó 6 mil 100 millones de soles (más de 2 mil 200 millones de dólares) para pagar obras en las que Odebrecht es el socio dominante. Es, de lejos, el primer proveedor del Estado. El problema es que las obras que ejecuta terminan invariablemente multiplicando su costo original; y los cientos de millones de dólares adicionales que el Estado le paga provienen, hasta el último centavo, de nuestros impuestos.
Cuando se hace un examen somero de las principales obras civiles que Odebrecht ejecuta en contrato con el Estado, lo que salta a la vista es que todas registran gigantescos sobrecostos sobre los montos calculados originalmente.
¿Por qué? ¿Acaso las obras de ingeniería civil no pueden calcular razonablemente sus costos en los proyectos?
Odebrecht tiene una respuesta, y la dio Jorge Barata, el principal directivo de la empresa en el Perú, cuya figura se hizo familiar, frecuentemente al lado del ex presidente Alan García, durante el régimen anterior. Barata aseguró, en un correo electrónico a IDL-Reporteros, que “en la industria de la construcción pesada la característica de incertidumbre, por ejemplo, al atravesar un macizo rocoso o al cortar un cerro para comenzar una carretera es mucho mayor que en otras industrias más previsibles. Son variables que muchas veces están fuera del alcance de previsión de los mejores técnicos, o del manejo o previsión del contratista”.
El problema es que esa incertidumbre representa, en el cien por ciento de los casos que revisó IDL-Reporteros, siempre un gran sobrecosto para el Estado, nunca un ahorro.
La suma de estos costos adicionales (la ‘característica de incertidumbre’ de Odebrecht) pareciera revelar, si todas las constructoras operaran igual, que al lado de la ingeniería civil, la poesía es una ciencia exacta.
Si se agregan todos los adicionales cargados al Estado, luego de la adjudicación y la firma de contrato, en los cuatro proyectos más importantes entregados a la empresa brasileña, el resultado es más de 750 millones de dólares (Ver ilustración).
En una presentación de fines del año pasado, el presidente de Ositrán, Juan Carlos Zevallos, puso como ejemplo el caso de la Carretera Interoceánica Sur. Entre el 2005 y 2009, los tramos 2 y 3 de esta vía, adjudicados a Odebrecht con un costo calculado en 253 y 350 millones de dólares, pasaron a costar 602 y 508 millones de dólares respectivamente.
Pasaje en tren
No se trata solo de terminar pagando mucho más de lo proyectado sino hacerlo por obras que en realidad cuestan menos de lo que se cobra. Y en las obras de Odebrecht ese es por lo menos un tema en discusión.
El pasado 18 de julio, días después de que el ex presidente Alan García decidiera inaugurar a la carrera el Tramo 1 del Tren Eléctrico, el contralor Fuad Khoury informó que el valor de esta obra se había incrementado en 100 millones de dólares y anunció el inicio de una auditoría. Un día después y en respuesta a Khoury, el entonces ministro de Transportes, Enrique Cornejo, aseguró que “cada sol del tren eléctrico está justificado”.
Pero la tercera veeduría efectuada por la Contraloría al tramo 1 del Tren Eléctrico, de junio de este año, en la que se basó Khoury para anunciar el inicio de su auditoría, pone en duda la aseveración del ex ministro.
El Tramo 1 del Tren Eléctrico fue concesionado en diciembre de 2009, su costo original era de 410 millones de dólares pero ahora es de 519 millones. Es decir, hubo un incremento de 26.55% en el costo de la obra, algo que se refleja en el expediente definitivo entregado por la empresa, en el que ya se incluyen los 109 millones adicionales. De la revisión de este documento, la Contraloría advirtió del riesgo de que se efectúen “pagos duplicados”. Por ejemplo, el expediente incluye la partida ‘interferencias contractuales’ (por 7 millones 494 mil dólares), concepto que, de acuerdo a las bases del concurso, ya estaba incorporado en la partida obras civiles.
Cuando se revisa cada una de las ‘interferencias’ hay más sorpresas. La empresa realizó trabajos adicionales en el cruce de las avenidas Grau con Aviación, y Aviación con Joaquín Madrid. Según Odebrecht, en estos lugares gastó en movimiento de tierras, demolición del pavimento y aprovisionamiento de tuberías y accesorios, pero presentó el costo de cada una de estas actividades de manera global, sin precisar los precios unitarios. La Contraloría considera que esto no permite “determinar la razonabilidad de los costos aprobados, generando el riesgo del pago de montos no sustentados”.
Pasa lo mismo con los insumos requeridos por la empresa. Por ejemplo, se consigna un costo de 439 mil dólares por el cerco provisional del viaducto del Tren Eléctrico, pero no se precisa cuánto cuesta cada metro del cerco, a pesar que este detalle debía incluirse. Se habla de un costo de 63 mil dólares por “equipamiento para taller de instalaciones fijas”, pero no se indica en qué consiste este equipo, ni los precios unitarios de las herramientas. También se menciona un costo de 408 mil dólares por “equipamiento para taller de M.R”, y otro de 213 mil dólares por “equipamiento adicional en patio taller”, pero no se dice en qué consisten específicamente estas compras. “No es posible conocer la cantidad de equipos, materiales y otros, ni la calidad de los mismos que se van a adquirir”, dice la Contraloría.
Es más, hay partidas que son una total incógnita, como la de “instalaciones varias”, valorizada, según Odebrecht, en 505 mil dólares, sin que se tenga ningún detalle de la misma.
¿Así contrata el Estado? ¿Qué tienen en común los contratos estatales con compañías privadas que incluyen cuentas con levadura? Eso lo veremos en la continuación de este reportaje.
(continuará el lunes)
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